La Cruzada de las Sonrisas
¿Que mejor cuando uno está hecho un jirón sentimental que aparezca esa sonrisa que te hace olvidar hasta que te robó el auto un chimpancé cojo? Es casi increíble, pero todos tenemos una persona o varias que poseen sonrisas que, para describirlo de alguna forma exacta y universal, "encajan con nuestro espíritu" y al verlas no es necesario que esas personas digan nada, con el sólo hecho de que aparezcan a lo lejos sonriendo es suficiente para que nos embriaguemos de contentura (dudé en poner felicidad). Y si una persona cree no tener una persona así yo le diría que no le creo, de una forma muy política o bien que no sea hipócrita... una cosa así.
Asi que las sonrisas reparadoras existen, y no sólo existen sino que tienen efecto sobre cualquiera de nosotros. Los efectos corporales que se presentan cuando se es invadido por uno de estos eventos son variados y dependen, sobre todo, de la predisposición del receptor.
Dos casos (en colores para que saltearlos sea sencillo):
Si la persona no está "con ganas" de sonreir, o le place estar "enculado" en ese preciso momento notará como al ver esa sonrisa sus mejillas le contradicen y se rebelan tirando literalmente de las comisuras de la boca de tal forma que lo único que le queda por hacer al dueño del cuerpo es apretar los dientes o fruncir los labios para demostrarle a sus mejillas quien manda. Pero esto no será del todo efectivo ya que la derrota, a esta altura, le ganó la jugada y es otro el humor que le domina el espíritu. De hecho tambien es muy probable que para demostrar su descontento con que haya perdido su "honorable estado de encule cósmico" gire su cabeza y levante su brazo como diciendo "andáaa..." (ese gesto, como quien espanta una mosca en la oreja).
En el caso de una persona triste, o mejor aún: en el extremo del llanto, también se pueden encontrar victorias de la cruzada de las sonrisas. Sin más remedio el entrecejo se relaja y deja de oprimir a la frente, que deja atrás su rosado color borrando las amargas arrugas que le fueron impuestas. Los ojos, sin parar de lagrimear, dejan de querer estar perdidos mirando la nada misma (cuando no siendo tapados por las manos), y vuelven a observar el mundo que tanta tristeza les trajo recobrando la gracia de la vista. A todo esto los pómulos desisten del complot que tenían con los párpados para detener a los ojos en su búsqueda de algo que le permita a su dueño dejar de envenenarse con pensamientos casi masoquistas (del tipo "por que a mí? Si yo hice las cosas bien!" o bien "otra vez?? pero que soy, BOLUDO/A??") y descienden para tomar su posición más natural, pero siempre acompañados por la boca que toma su lugar luego de fuera empujada, de alguna forma, hacia arriba aunque resistiéndose anclando las comisuras. Dicen que a la boca no le gusta la cara triste porque la hace quedar mal. Ella comentó una vez a su creador que cuando los pómulos y los párpados se confabulan para tapar los ojos el mentón, de pura chusma que es, hace fuerza para poder enterarse que es lo qeu sucede, y sería por eso que se se frunce y tira hacia arriba dejando a la boca toda doblada, con las comisuras ancladas y su centro "hacia arriba". Esta posición, aparentemente, sería "poco coqueta", pero son solo rumores. Si nos basamos en este relato el mentón, al ver que "no pasa nada" vuelve a descansar en la barbilla. Seguido de todo este maratón de movimientos hacia abajo se viene la respuesta satisfactoria que se traduce en la aparición casi inmediata de una sonrisa, con el típico tirón de las mejillas, que parece que son las verdaderas embajadoras del alma en la cara, diciendo "Ok, basta de llanto... Se habrá visto, che!" y los músculos misteriosos de la cabeza que están sobre las orejas y en la nuca (que cuando tenemos lentes puesto los mueven los muy jodones...) y los ojos que de alguna forma nos dan la sensacion de que se estiran al mejor estilo chinito loco.
En estos casos cuando la medicina fué lo suficientemente reparadora se escuchan sonidos que quieren representar unas risitas y en algunos casos hasta se busca un abrazo.
Es bueno tener en cuenta este gran poder que poseemos. Es tan cotidiano que
ni siquiera podemos decir que lo subestimamos ya que no lo contamos como una herramienta para esta vida donde lo cotidiano puede ser divino sin que lo sepamos.
Pero atenti, porque esta herramienta también puede ser usada como un arma, y como toda arma cae en manos equivocadas y los resultados pueden ser nefastos. También hay que estar alertas, porque existen sonrisas que mas que remedios terminan siendo verdaderos venenos. Pero siempre algo dentro nuestro nos advierte de su peligro... el problema es que no siempre queremos escuchar... ese ya es otro tema.